Primer día: viernes 23
El día viernes 23 a las 06h20 de la madrugada, salíamos un equipo de pilotos y mecánico y el periodista deportivo Ernesto Ruiz Ramos, en dirección a la provincia de Pinar del Rio para cumplimentar un proyecto que ideamos Gilberto Piñeiro, Presidente del Club de Vuelo Libre de Pinar del Rio y el que escribe, Luis García, Presidente de la FCVL.
Previo acuerdo con las autoridades pinareñas y las solicitudes correspondientes de los planes de vuelo con el IACC y los colegas de Transito Aéreo del MINFAR y la entrada a la zona ecológica del Cabo de San Antonio y en saludo a un aniversario más de la organización de mujeres cubanas, habíamos creado un proyecto que contemplaba recorrer todo el centro del territorio de Pinar del Rio, desde su 1er pueblo, Los Palacios y aterrizando en varios poblados, hasta llegar al Cabo de San Antonio, punto más extremo al oeste de la Isla de Cuba. En Anexo aparece la ruta solicitada.
Llegamos bien temprano al pueblo de Los Palacios, donde nos esperaban en el estadio de pelota de allí. Desde que vimos el estadio coincidimos que no era un lugar adecuado para el despegue y decidimos trasladarnos para un campo deportivo a un km aproximadamente del estadio. El campo estaba lleno de yerba pero había menos obstáculos.
Ya en el lugar seleccionado, empezamos a montar todo el equipamiento y nos preparamos para el despegue. Las condiciones meteorológicas no eran muy buenas, apenas algunos ciclos de brisas y ya en el horizonte se veían las nubes cargaditas de agua, en dirección a nosotros. Preparamos a Piñeiro para que despegara con el Vittorazi, un paramotor pequeño y menos pesado y una velita 1-2, muy tranquila y excelente para empezar. Preparé la vela de la Bandera cubana y en el 1er brisote, me fui para el aire. Detrás de mí, Piñeiro, con su 1er vuelo en paramotor. Ambos volamos encima del estadio y el aterrizaje en el mismo lugar del despegue. Piñeiro estaba que no cabía en el de la contentura que tenía. Rápidamente la lluvia nos sacó del pueblo de los Palacios y tuvimos que seguir para Consolación de Sur, nuestro próximo destino, en la camioneta y el carrito de Carlos.
En Consolación del Sur, la misma historia con el terreno de pelota para despegues y aterrizajes, imposible desde allí. Entonces nos fuimos para la rotonda de la autopista que da a la entrada al pueblo y desde allí despego 1ro, Piñeiro y luego yo, esta vez con la vela Eagle de FireBird, de homologación 2 y prevista para travesías. Fuimos volando ambos, destino a la capital de Pinar del Rio. Piñeiro iba a unos 600m, yo por debajo de él y más adelantado. Llegando a la ciudad, me comunican que Piñeiro se le había apagado el motor. Giro en su búsqueda y el seguía volando a motor apagado por encima de mí y venia en planeo. La altura no le daba para llegar a la ciudad y le oriento por radio donde aterrizar. Ya él había calculado un buen aterrizaje al borde de la autopista. Aterrizaje perfecto y el equipo de apoyo en la camioneta, enseguida llego a él. Me comunican que se había quedado sin combustible, había despegado sin verificar cuanto le quedaba, error bien comprendido por él. Decido volar encima de ellos y esperar por el despegue de Piñeiro y juntos ir hacia la plaza donde nos estaban esperando. Era imposible que yo llegara a la plaza sin un pinareño conmigo. Además, Piñeiro se merecía llegar, había trabajado tanto en este proyecto que tenía que estar aterrizando allí.
El vuelo fue todo el tiempo tranquilo, con algunas ascendencias que rozaban en lo máximo un +2 y siempre al borde derecho de la autopista nacional. Varios puntos alternos para aterrizaje y altura promedio entre 300 y 400m.
Piñeiro para el aire de nuevo y ya los 2 juntos sobre la plaza me dirijo al aterrizaje. La zona estaba llena de edificios y era lógico que fuera un poco turbulento allí. Mi aterrizaje nada bueno. Había olvidado las instrucciones de mi profesor y al poner los pies en tierra, las piernas dormidas y el culazo era inevitable. La hélice sufrió un pequeño daño en la punta y decidí quitarla para repararla al regreso. Piñeiro, un aterrizaje de profesionales y enseguida la prensa nos fue encima. Reportajes para la televisión de Pinar del Rio y alegría allí en la ciudad.
Osmel salió en la camioneta a llenar los tanques de combustible (diesel y gasolina) y nosotros en la plaza con unas cervezas dispensadas. La meteorología indicaba que no se podría volar más, la lluvia enseguida apareció. Seguimos en camioneta al pueblo de San Luis, donde también nos esperaban allí.
Ya en San Luis, el hambre nos tenía locos a todos y después de ver el otro estadio donde se podría volar decidimos "almorzar" (04h30pm) en una paladar cerca. David, que no había tomado, ni comido mucho, fue el protagonista en San Luis. Allí en el estadio, hizo 2 vuelos y levanto las gradas repletas de niños y vecinos del pueblo. En el 2do vuelo se le apago el motor y su aterrizaje impresiono a todos. David dejaba claro que a partir de ahora sería el pueblo de San David y no San Luis. Este pueblo nos dejaba el 1er paramotor de baja. Al aterrizar David, constatamos en la hélice un polvo de aluminio con grasa impregnada a ella y el motor trancado. Estábamos en presencia de una reparación de envergadura, nada que se pudiera hacer allí. Otra travesía mas en camioneta hacia el lugar donde pasaríamos la noche: la playa de Bailen.
2dia, sábado 24:
Ya a las 07h00am estábamos de pie montando todo el equipamiento en la camioneta. El día anterior habíamos revisado todos los equipos. El tándem estaba de alta (en uno de los arranques se había partido la base de la llavecita de cebado de combustible y Osmel la soldó en Pinar. El Vittorazi completamente de baja y Piñeiro llorando, ya no podría volar más. Mi Ros125, le cambie la hélice por una más pequeña que era de repuesto para el Vittorazi. La historia era probar si me levantaría, pues esta era una hélice menos eficiente. Y habíamos traído otro equipo, un adventure C3 con un motor tiger, para mí de lo mejor que hay, pero con el inconveniente de un anclaje a la vela, alto, con riesgo de entuiste en el despegue para una tropa de pilotos poco conocedores del paramotor. Este paramotor estuvimos haciendo arreglos para adaptarle el sistema PAP, pero no habíamos tenido tiempo para acomodar la silla al nuevo sistema. Después de algunos cálculos, decidimos montar el sistema PAP del Vittorazi al Adventure y adaptar la silla al nuevo sistema, manteniendo el anclaje alto, pero la posición de anclaje medio de la silla, sujeta con unos mosquetones a las puntas de las barras del PAP. Hicimos las pruebas de anclaje con Carlitos sentado en la silla y todo estaba perfecto. Aprobamos de conjunto las transformaciones y ya teníamos un 3er paramotor para continuar la travesía.
En la playa, todos listos y David el 1ro en irse para el aire con una pasajera pinareña, Josleidi, quien nos apoyó en toda la travesía y estuvo organizando junto a Jordanis, por el INDER, toda la parte logística del proyecto.
Carlos le siguió y el último fui yo. El despegue mío fue bien, solo que con la nueva hélice, tuve que correr casi toda la playa. También demoré un poco más en coger altura. Ya los 3 en el aire, decidimos salir juntos para nuestro nuevo destino: Sandino.
Mantuve el vuelo todo el tiempo a una altura entre los 300 y 400m. No di todas las revoluciones del motor, tratando de lograr mayor eficiencia de la hélice. Todo el vuelo fué sobre la llanura pinareña. Yo iba delante, Carlitos y David un poco más atrás, pero todos a la vista y en comunicación todo el tiempo con la camioneta en tierra. Llegando al pueblo de Sandino, cerquita del antiguo aeropuerto de San Julián, oigo por la radio que David tenía que aterrizar, su motor había tenido un desperfecto. Llego a Sandino y el lugar que tenían previsto para el aterrizaje no lo apruebo, era una plazoleta ubicada entre edificios altos. Le comunico a Humberto, otro de los coordinadores pinareños, que aterrizaríamos en un lugar cercano y mejor posicionado. Aterrizaje perfecto y detrás de mí Carlitos, sin ningún problema.
A los pocos minutos llegaba la camioneta con David y su pasajera y Osmel, el mecánico. Resulta que David sintió un ruido fuerte en el motor y luego este paro, la hélice se había partido. Aterrizaron en un campo arado sin ningún problema. Resulta que el tubo de escape original del equipo, soltó una de las bases que lo fijan al chasis a través de un calzo y este golpeó la hélice y la partió. El tándem se había puesto de baja.
Después de compartir con la población de Sandino, nos dirigimos a otro campo muy cerca del aterrizaje para desde allí despegar. Sacamos la vela de la bandera cubana, 2 o 3 vueltas a unos 100m de altura y todos quedaron muy contentos con ella. Preparé mi Eagle para la travesía que se avecinaba y Carlitos preparó su equipo, el Adventure se había comportado de maravillas. Carlos aborta su 1er despegue y yo me voy para el aire casi corriendo todo el terreno. Empecé a coger altura en el mismo lugar en espera de Carlitos. Carlos tuvo bastantes problemas para despegar y ya yo montado en los 400m y más de 20minutos de vuelo informo que me voy. Minutos después despega Carlos, él sabe que tiene horas de autoestudio con el inflado de su vela y el paramotor.
Esta era la distancia, la 2da más larga, pero la más difícil y complicada. Eran unos 35km en línea recta, pero la mitad de la travesía era sobre monte y ciénaga, donde no existía aterrizaje posible. El 1er tramo todo fue bien, algunas ascendencias y descendencias pero el motor respondía bien. Todo este tiempo fue con la carretera central como guía, pero ya a la mitad de vuelo y con el tanque de combustible una línea por debajo de la mitad, me meto a volar sobre el monte. Aviso a los de tierra para que estuvieran al tanto. Siempre traté de volar cerca de los 400m de altura, pero me encontré con varias descendencias que me obligaban a dar motor. Solo el GPS me daba la dirección de vuelo, pues no veía el punto para el próximo aterrizaje. Carlos venia también muy lejos y nada de contacto con él.
Después de largos minutos sobre campo verde, veo la torre del centro de meteorología de La Bajada. Ya pegado a la costa, me siento seguro, busco mi aterrizaje y preparo mi tren de aterrizaje para que no me pasara lo mismo que en Pinar. El viento en tierra estaba con rachas fuertes y por momentos sentí que la vela no caminaba. En la aproximación estuve varios minutos para descender. Al fin los pies en tierra, aterrizaje perfecto, solo que la vela me cayó en la única matica de uvas caletas que había por todo aquello. Pasé media hora en desenredar las cuerdas de mi parapente en la dichosa matica, tiempo necesario para que llegara Carlos y yo poder darle instrucciones para el aterrizaje. El también cayó sin problemas, cerca de la costa. Detrás de él, la camioneta que venía siguiéndole los pasos.
Ya en el pueblito de La Bajada, nos recibieron la gente de guarda fronteras y los niños de allí. Enseguida nos ofrecieron agua y refresco, comimos unos pescados fritos y a prepararse para la travesía más larga. Esta sería de unos 50km en línea recta hasta el Cabo de San Antonio.
Preparamos Carlos y yo nuestras velas. Esta última travesía la haría con la vela de la Bandera Cubana. Arranque de motor y en unos minutos estaba en el aire. Me pongo a dar vueltas y a esperar por Carlos. Algunos problemas en el despegue nuevamente, pero esta vez se me unió más rápido. Este vuelo fue sobre los 300 m de altura casi todo el tiempo. Fue bien tranquilo hasta llegar a la punta, donde se unían el Norte y el Sur de la isla y las velas luchando por plegar. Yo llegué a la punta y espere por Carlos. Cuando él llegó fue directo a aterrizar. Había un Heli-puerto allí y el quiso caer en la yerba, pero esta tenía pendiente y terminó cayendo en el hueco de los alrededores de la parte asfaltada. Al aterrizar se tiro hacia delante, dice que para no partir la hélice y cuando nos vimos en tierra los 2 le pregunté que porque no le dio una vuelta al lugar y me dijo que aquello estaba tan movido allá arriba y tenía miedo de que el viento lo empujara al mar que decidió poner rápido los pies en tierra.
Yo desde que llegué al lugar pedía a gritos la manga veleta. Había una bandera cubana que se movía en todas direcciones y nada que ver con las olas del mar. Al final logré aterrizar en la plataforma del heli-puerto. Todo salió bien, habíamos, finalmente, cumplido con nuestro proyecto.
En este día, Carlos y yo hicimos, en total, 123 km, de ellos, 31km desde playa Bailen a Sandino, 37km desde Sandino hasta la Bajada y 55km desde la Bajada hasta el Cabo de San Antonio.
Equipo que participó en la travesía:
Pilotos: Mecánico: Paramédico
Luis García La Habana Osmel Doblado Luisito el pinareño
Gilberto Piñeiro Pinar del Rio
David Calas La Habana
Carlos Pons Matanzas
Periodista: Ernesto Ruiz Ramos
Anexo:
Ruta solicitada
Equipo que participo en el proyecto
Despegue desde la Bajada hacia el punto final, Cabo de San Antonio