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20120103

Del evento de Florencia

Encuentro en Florencia  

Llegada

El sábado 19, al arribar a Ciego aun de madrugada, Daniil, Manolo, el Javi y yo, los cuatro de Santiago que finalmente fuimos y Ernesto que se sumó en Bayamo, nos encontramos con Giovanis, Roiler y Guillermo de Las Tunas y Chávez de Guisa. Rápido y fácil, en el frente de la misma terminal de ómnibus interprovinciales, todos agarramos una de las flamantes Yutong que hacen viajes frecuentes hacia los cayos turísticos del Norte de la provincia (Cayo Guillermo, Cayo Coco) y antes pasan por Morón, lugar acordado de encuentro de los participantes antes de salir para Florencia. Llegamos a Morón al filo del amanecer y nos recibieron Carlitos Más y Gustavo Pico, del club de Ciego. Enseguida se armó una obligada sesión fotográfica junto al famoso conjunto escultórico del Gallo y luego partimos hacia el CV Deportivo, una instalación con albergue en la misma ciudad donde los locales habían hecho coordinaciones para que pasáramos el día y descansáramos mientras arribaban el resto de los participantes. Al final de la tarde una guagua nos recogería para llevarnos a la base de campismo de Florencia. En el “CV” se sumaron pilotos de Pinar del Río (Danilo, Miguel Ángel, Piñeiro, Iraldo, Andrés y Saumel), de Guantánamo (El Negro), de la Isla (Andrius y Laél) y pudimos conocer otros pilotos de Ciego. Hacia las 5 y tantas, como estaba previsto, vino la guagua y partimos. Ya bien entrada la noche, luego de un trayecto que a todos nos pareció bien largo (todos los visitantes estábamos por primera vez en la zona) llegamos al campismo de Boquerón situado en pleno macizo montañoso de la Sierra de Jatibonico y a unos 7 kilómetros del poblado de Florencia el cual se ubica justo al Sur de esa cadena montañosa. Nos recibieron los pilotos que habían llegado antes: de Las Villas Juan Miguel, Yordanny, el Rauli, Eduardo y Chichi; de La Habana Luisito , Roberto y William; Malconys del club de Sagua (al otro día se sumarían más pilotos). Acto seguido, el recibimiento de la administración de la instalación y al rato hicimos las reservaciones y nos acomodamos en las cabañas.

 

Domingo 20

En la mañana se realizó la Junta Directiva de la FCVL donde se trató el tema central de la organización del CNP 2012. También se discutió el asunto de la cotización de los clubes, las nuevas zonas de vuelo y otros. Fue una reunión fructífera donde, entre todos los asistentes (más de 30), se tomaron interesantes acuerdos que facilitarán el desarrollo del próximo campeonato. Luego de la junta se hizo una demostración paramotorística en tierra. Pudimos por fin ver de cerca el paramotor que Luisito llevó y con el que han estado haciendo en La Habana los primeros vuelos de paramotor de la FCVL. Lamentablemente las condiciones de viento muy fuerte impidieron volarlo pero unos cuantos probaron ponérselo para sentir asombrados el empuje que desarrolla a plena potencia. Más tarde, ante la persistencia del fuerte viento, se decidió cancelar la visita a la zona de vuelos por ese primer día. De esa manera, quedó carta abierta para cometer “canequicidio” (o “petaquicidio” según la región de procedencia del consumidor) al tiempo que se pasaba el día jugando bolos, voli, tenis de mesa, etc. mientras se escuchaban los típicos cuentos de plegadas terroríficas, emergencias escalofriantes y vuelos fantásticos que sólo los protagonistas vieron.

 

La zona

La zona de vuelos de Florencia está en la Sierra de Jatibonico, una cordillera de algo más de 10 kilómetros de longitud enclavada al Norte de la provincia de Ciego de Avila y cuyo eje principal está orientado casi Este-Oeste con una ligera inclinación NO-SE. Tiene dos áreas de despegue principales: una que da cara al Sur, con un desnivel de unos 100 metros o poco más que permite despegar justo frente al poblado de Florencia y hacer ladera o termiquear sobre la vasta llanura al sur. En la periferia del pueblo hay abundantes y amplios campos que sirven de aterrizaje. Es el despegue menos usado debido a la poca frecuencia de vientos con orientación Sur (se dan más bien en verano). El otro despegue está en la cara Norte de la sierra y es el mejor porque está orientado a los vientos predominantes de la zona. Tiene un desnivel de más de 250 metros y ha sido acondicionado por los muchachos de Ciego en un formidable trabajo de chapea y arado del terreno. Está a una altitud de 394 msnm. La elevación donde se halla se conoce por los lugareños como La Pelada , al parecer porque desde lejos parece estar cubierta de hierba. En realidad es una tupida pero baja vegetación de matojos que por suerte, permite caminar sin demasiada dificultad. El despegue está limpio de esta vegetación y en su lugar se prevé sembrar césped. Cuenta con un área efectiva de unos 60 ó 70 metros de largo por aproximadamente 20 de ancho (se puede ampliar muchísimo más). Permite hacer top landing e incluso tiene a su lado Oeste un terreno aledaño casi plano donde se puede aterrizar con relativa facilidad pues está fuera de la ascendencia dinámica de la loma. En el área de despegue han dejado un grupo  de árboles intencionalmente con el propósito de brindar sombra. Desde allí se observa la gran llanura que se extiende hacia el norte hasta el mar que se puede ver a lo lejos, a unos 15 km . Inmediatamente al frente, o sea, en dirección Norte, y a 3 Km se haya la comunidad rural de Piedra que es un punto de paso de la carretera del circuito Norte que yendo hacia el Este lleva a Chambas (aprox. 5 Km ), a Falla ( 15 Km ) y luego a Morón (a unos 35 km ). Hacia el Oeste se dirige hacia Caibarién a 80 km en la vecina provincia de Villa Clara. Por Piedra pasa además un ferrocarril con un par de trenes diarios de pasajeros que sirven para ir a Chambas (creo que sigue hasta Santa Clara) o en sentido contrario, hacia Florencia (¿y luego hasta Morón?).    

El acceso hasta el despegue Norte es a través del mismo trillo de montaña de relativa poca dificultad que conduce al despegue Sur pero que se bifurca en un punto donde toma rumbo al Norte para cruzar la primera línea de lomas. Lo que lo hace algo difícil es la longitud total del recorrido que suma unos 3 km aproximadamente. Sin embargo, los locales nos comentaron que es posible subir en tractores con carretas (¿pudiera ser también vehículos 4x4s?) a través de otro camino hasta el mismo punto llamado por ellos como La Ceiba adonde se llega igualmente por el trillo. Desde allí hasta el área de despegue son unos 500 metros pero prácticamente por terreno llano. Este punto del camino en realidad está marcado no por una gran ceiba sino por una enorme anacagüita que sirve de referencia para los caminantes. Otra forma de hacer menos trabajoso el ascenso es el alquiler de caballos. En el mismo poblado hay trabajadores agropecuarios de la zona que por un precio de 10 pesos cargan sus caballos con las mochilas y así subir la loma duele menos (bueno, el caballo no diría lo mismo….)


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Lunes 21

Amaneció el día con buena pinta como para subir al despegue. Según los fieles de WindGurú el viento estaría algo fuerte pero probablemente despegable así que para poderlo confirmar salimos del campismo en el camión coordinado por los organizadores rumbo al poblado de Florencia. Allí está la casa de Gilbert, piloto local y anfitrión de cuantos parapentistas pasen por ahí (la casa, donde hay teléfono público tipo “Centro Agente”, está justo en la calle limítrofe con la falda sur de la sierra por lo que es una escala técnica de punto de partida hacia la loma. A apenas unos metros parte el trillo que sube a los despegues). Cubrimos el portal y el frente de la casa de mochilas (la escena se repetiría todos los días del evento) e hicimos una visita al “downtown” de Florencia para aprovisionarnos de sustancias alimenticias en las bien surtidas cafeterías y timbiriches del lugar. Luego arrancamos a pelear la loma cuesta arriba. Lamentablemente el viento se mantuvo fuerte en todo el día y para peor, de vez en cuando pasaba una molesta y fría llovizna que obligaba a proteger bien los equipos de la humedad y a nosotros mismos. Hubo, por supuesto, sesión de fotografía de la zona y la consabida foto de todo el grupo de pilotos participantes. Luego, más tarde, al bajar un poco las rachas del viento, despegaron los biplas de Ciego: un Sol Koala pilotado por ¿Yandri? y un Paratech P-4BI pilotado por Carlitos Más. Junto con ellos despegó también Yordi, de la Isla , con su compe Gradient Avax RSE. Los tres estuvieron de vez en cuando estampados contra el viento lo que fue señal clara para el resto que aguardábamos en el despegue. La tarde terminó bajando a pie y esperando por un buen rato a los que volaron mientras el camión los traía de regreso desde Piedra. El trayecto es largo, unos 40 minutos o más, debido a que la carretera da la vuelta completa a la cordillera por su lado Este y además está en mal estado por unos cuantos tramos.


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Martes 22

Buena pinta al amanecer: viento en la dirección correcta y velocidad aceptable… según el tal WindGurú. Por lo tanto: camión, casa de Gilbert, aprovisionamiento en el pueblo y pa´ la loma otra vez. Ahora, algunos alcanzaron la variante de las mochilas a bordo de los caballos de alquiler. Al llegar arriba el viento aun estaba fuerte pero despegable a ratos si se cazaba la baja de las rachas. Así poco a poco, en el transcurso de la tarde fueron despegando casi todos. El primero fue Samuel, experimentado piloto francés e instructor de la federación de su país y que aquí fue bautizado como Mazorra. Hizo una demostración magistral de wingovers, barrenas a la altura del despegue, cerradas inversiones de giros y luego top-landing con su ala de speed flying Little Cloud Atypik de 16,5 metros cuadrados .

A menudo se veían al frente cortinas de lluvia ligera de las nubes del frente frío que pasaba por la zona y por momentos el viento arreciaba lo que causó más de un susto a unos cuantos que se confiaron en la velocidad de sus alas, algunas de modelos bien antiguos y sin acelerador. Finalmente la mayoría de los que pudimos volar (apenas un planeo directo en lucha contra el viento) aterrizamos justo al frente del despegue, en el sitio conocido como El Peñón donde hay una vega de tabaco. De allí salimos para el crucero de Piedra, a 1 km más o menos donde nos reunimos a la espera del camión que nunca llegó lo cual nos dio la posibilidad de agregarle un toque de aventura más a la expedición: regresar a Florencia a bordo de un lechero pura raza de Ferrocarriles de Cuba. Finalmente hasta el campismo llegamos en el camión de la propia instalación que los locales coordinaron sobre la marcha.   


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Miércoles 23

Sorpresivamente el fuerte viento del N y NE anunciado por el compañero WindGurú se convirtió en una calma total al llegar al despegue en la mañana. Para colmo, al empezar a soplar, lo hizo con apenas un leve suspiro que se definió cruzado del Este por lo que se esperaba que la ladera funcionara mal. Despegaron algunos que lógicamente fueron abajo enseguida pues el día cubierto de nubes, sin insolación, no generaba formación térmica alguna. Hacia media tarde despegó un grupo, liderado por Yordi de la Isla y David El Tiguere, de La Habana que se logró agarrar, con maña y de mala manera, a las lomas del Oeste del despegue que se proyectan como un saliente de la sierra, en dirección Norte. Estas lomas ofrecen una ladera orientada al Este que funcionó y permitió volar allí por unos 20 o 30 minutos. En esas lomas, nos cuentan que se hicieron los primeros vuelos en parapente en Ciego de Ávila, allá por el año 1998. Carlitos Más, Prendes y Eutimio de Ciego guiados por Dayelín de Granma, fueron de los protagonistas de esos inicios en la zona.

Inmediatamente luego de la salida del grupo anteriormente citado arreció… la calma. Ni la manga veleta se movía. Casi la mitad de los pilotos nos quedamos equipados y listos para despegar a la espera de un milagro que sucedió luego de un largo rato al comenzar a soplar una tímida brisa ahora orientada más en dirección Norte. Enseguida despegó otro grupo con Daniil Prusakov The Viking Man de Santiago a la cabeza. Le siguió el Javi y Manolo también del Chago, Gui de Canadá y luego yo. Esta vez la estrategia de supervivencia cambió por una jugada en las lomas situadas al Este del despegue. Funcionó el invento y nos pudimos mantener allí raspando por media hora aproximadamente. Se sumaron poco a poco todos los que quedaban en el despegue, incluyendo los biplas de Ciego (el bipla de Samuel “Mazorra” había salido en el grupo anterior).

Por primera vez podía apreciar calmadamente desde el aire el precioso panorama de la zona (un paisaje realmente bonito) al mismo tiempo que valoraba las posibilidades de escapar volando hacia el poblado de Florencia. Aunque las condiciones eran marginales y se trepaba casi nada sobre la cresta, me pareció posible una escapada por la ladera Este de la sierra como para aterrizar en los campos aledaños a la presa Chambas, justo al lado Este de Florencia. Finalmente no creí prudente intentarlo y me fui a aterrizar lo más próximo que pude al camino que conduce al Peñón. Para terminar el día y ante la falla nuevamente del camión del evento, nos administramos otra terapia de tren lechero hasta Florencia, esta vez adobada con ron Vaquero, creación de la zona que sirvió  para matizar la prolongada demora.


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Jueves 24

Fue a la postre el mejor día de vuelo. Comenzó con mala pinta de viento muy fuerte y cielo cerrado que casi nos causa a un grupo una retirada de regreso al campismo. Sin embargo pronto dio signos de mejoría para dar paso a un cielo completamente cubierto de cúmulos dispuestos en una prometedora matriz regular. La base era claramente baja, unos 700 u 800 metros, y sobre los cúmulos una fina capa de altoestratos reducía el calentamiento. Algunas formaciones alcanzaban cierto desarrollo vertical pero no llegaban al sobredesarrollo y se desmoronaban luego. No había señal ni amenaza de lluvia como en los días anteriores y el viento estaba bien enfrentado del N-NE. La velocidad era perfecta aunque sólo a ratos aumentaba un poco como para tomar alguna precaución. En realidad las condiciones invitaban a hacer cross lanzándose viento abajo sobre la extensa llanura de la región. A todos nos pareció que era el día en que la zona de vuelo de Florencia nos enseñaría mejor su potencial. Entonces no había más que preparar los equipos apenas llegamos al despegue, alrededor del mediodía o algo pasada esa hora.

Despegué en el primer grupo y enseguida enganchamos las suaves pero consistentes y amplias ascendencias térmicas bajo los cúmulos que venían de la llanura. No paramos de subir a razón de 1-1,5 m/s hasta llegar a la base de las nubes en unos instantes. Una vez allí de nuevo vino la idea de girar y poner rumbo al Sur para sobrevolar Florencia pero estaban demasiado bajas las nubes lo que no permitía cruzar la sierra sin el peligro de meterse en ellas con el consiguiente peligro de colisión con otros pilotos o desorientación. Así que metí orejas grandes y esperé tranquilamente descender algo para seguir explorando todo lo posible la cordillera aprovechando las buenas condiciones del día. Luego solté ambas orejas al mismo tiempo y continué vuelo en lo que me pareció una zona de fuerte descendencia y algo de turbulencia térmica. Pasados unos instantes vi pasar al Javi por mi lado muy rápido hacia arriba e intenté hacer un giro para salirme de la (supuesta) descendencia. Repentinamente el ala respondió con un frenético negativo que pude detener instantáneamente pero enseguida me sirvió para darme cuenta que, luego de tantos segundos de “mareo”, desde que había soltado las orejas estaba metido en una configuración de parachutaje clásico, típico, de los que salen en los folletos de iniciación. El viento relativo viniendo desde abajo, el ala con la tela entre costillas abombada hacia adentro por el intradós, los frenos completamente sin tensión, en fin, más claro ni el agua. Nunca me había sucedido y sumando el hecho de estar volando un ala “fácil” pues el exceso de confianza me hizo obviar la archiconocida recomendación de soltar las grandes orejas de forma asimétrica, o sea, una primero y después la otra, precisamente para evitar el parachutaje que algunos modelos pueden sufrir al sacarles las orejas simultáneamente. Nada, que nunca se debe perder la alerta al volar.

La salida del parachutaje no tuvo complicación alguna (nunca había querido que mi ala picara duro y esta vez lo deseaba intensamente!) y el vuelo continuó apaciblemente disfrutando las constantes ascendencias térmicas que había en cada cúmulo de los tantos que cubrían la zona. Luego se me ocurrió, ya que no se podía cruzar la cordillera e irme al sur, pues intentar avanzar hacia el Norte y sobrevolar eventualmente los poblados de Piedra o Chambas. A esa altura de la tarde el viento había aumentado de velocidad y ya estaba impidiendo el despegue de algunas alas que aun estaban en la rampa (de hecho, causó cuatro aterrizajes casi en sotavento, detrás de la cresta aunque sin consecuencias) así que decidí aprovechar la altura que tenía para “quemarla” en un planeo hacia Piedra dado que Chambas me quedaba totalmente fuera de posibilidades.

Para llegar tuve que liberar completamente trimmers y pegar un poco de pedal por un rato. Avanzaba a unos 8 Km/h pero finalmente alcancé la vertical de la comunidad y lo que vi y oí en ese momento ha sido uno de los espectáculos más bonitos y singulares que he vivido en el vuelo libre: decenas de niños de la escuela primaria y otros tantos de adolescentes en otra escuela de secundaria más montones de gente en las calles me gritaban alegremente celebrando el vuelo y la llegada a Piedra. En ese momento, como suele suceder, me falló la minicámara que llevaba. Inexplicablemente se quedó bloqueada y me impidió recoger en video el precioso momento. Aun ya en el aterrizaje, mientras plegaba el ala, los niños no paraban de gritarme que les dijera a los otros que vinieran pa´ cá!!!. Menos mal que pasado un buen rato Daniil de Santiago logró llegar al mismo campo y también David de La Habana lo hizo casi al final de la tarde.

Ese día sí nos recogió el camión en Piedra y casi le echamos de menos al tren lechero: constatamos que, en este caso, es casi mejor entregarnos a Ferrocarriles de Cuba que a la carretera desde Piedra a Florencia.

 

Viernes 25

Mala pinta desde el amanecer y esta vez no mejoró en toda la mañana. Evidentemente estaba entrando un frente o se había reforzado. Después de pensarlo bien y valorarlo 20 veces, los de Santiago decidimos que no había esperanzas de volar y desechamos la idea de subir al despegue. En cambio, planificamos aprovechar el último día del evento para visitar el cañón de piedra del río, del que ya nos habían hablado. Se nos sumó Guillermo y regresamos en botella en el camión del campismo. Al llegar “matamos” una caneca para calentar el esqueleto antes de meternos en el agua fría del río. Bien valió la pena soportar el frío mientras nadábamos para contemplar el paisaje absolutamente exótico que brinda el cañón de piedra cuando el río se interna a través de las paredes verticales de la montaña. Luego nos enteramos que unos metros más delante de donde llegamos, el río se mete en un pasaje subterráneo, que se puede pasar a pie, para luego emerger en una cascada al otro lado de la loma.

Explorar esa parte quedó pendiente para otra visita a Florencia a la que iremos, sin dudas, en el próximo evento de parapente que se convoque allí.
 
Sergio Rdguez C
Club Vuelo Santiago
Federación Cubana de Vuelo Libre

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